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Librerías Gandhi

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Miércoles, 3 Mayo, 2023

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Miércoles, 31 Mayo, 2023

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| e e + ANO 14 - NÚMERO 168 - MAYO 2023

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Destacadas personalidades
comparten su pasión por la lectura

PRÓXIMAMENTE | NUEVA TEMPORADA

CON
ANEL PEREZ NAIAN GONZÁLEZ NORVIND HAROLD TORRES

tv.unam.mx

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Publicaciones

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¡Brincamos de alegría!

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Llegaron los nuevos títulos dela

Biblioteca

No! !

culturaumm

EDITORIAL/ LA NOVELA ÍNDICE

, . . Yara Vidal
La novela ha s1do una herramlenta 1nvaluable para ex—

plorar otras vidas y otros universos, y para sumergirnos 6 [INFINITIVOS CUERPOS] LEER Y OTRAS GULAS yara©reV¡5taleemas'mx
en experiencias y emociones que no podríamos imagi— Directora general y editora
nar de otramanera. Desde sus inicios, que algunos si— Itzel Mar Edwin Reyes Maya
tuan en el Siglo XVII, con la publ1cac1on de Don Qu1]ote
de la Mancha, la novela ha indagado en la condición 8 EL RECUERDO DE UNA CONVERSACIÓN Y OTROS edwín©fevístaleemBS-mx
humana: a través de las historias que encontramos en …rectºr de me y
ella, podemos adentrarnos en la mente y el corazón de APUNTES SOBRE IOYCE CAROL OATES _ _ _
personajes que en otras circunstancias nos parecerían ºd'tº' ¡"d'ºv'sua'
inaccesibles o extraños. Esta nos permite entender las Irma Gallº Beatriz Vidal De Alba
motivaciones y los deseos de los demás, así como ob— beatr¡z©rev¡sta¡eemas_mx
servar el mundo desde perspectivas con las que quizá lº …ST0RIA INC0MPLETA DE LA NOVELA _ _,
ni siquiera habríamos soñado. º'fus'º" º"'t"'“'
A esa “hija ingrata del romance en prosa", como la Herles Velasco Irma Gallo
Eggaegigolílflgfggtf áelidr;csn:l%ss Iílrlííisgaa e;1¿;1;r; 12 CADA NOVELA Es LA HISTORIA DE LA NOVELA ¡""393"º©'eV¡5ta;eºmas-m:
E ¡tora we

que, cuando alguien escribe una novela, simultánea— .

. . . , Alberto Chlmal . . …
mente redescubre o re1nventa la hlstor1a de este ge— Manana Agu¡lar Mejia
nero. El artículo de losé Luis Trueba Lara gira en torno
a las condiciones que hicieron posible la consolidación
del reinadode_la novela. Para segun regocnandonos Jorge F. Hernández
con las pos1bil1dades de este t1p0 de obras, 1nv1tamos Apoyo editorial

14 NOVELA Correctora de estilo

Carina Vallejo

a nuestro querido Jorge F. Hernández, quien piensa 16 [PÓSTER] LIBRERO DE LA ¡NTERPLACENCIA L _ L, R |

que “toda novela vale por los cuentos que contiene, la …s ºpez ºsa es

lírica que enuncia o evoca, la memoria e imaginación Darío Cortizo Publicidad

que ensaya en eso que llamamos ficción”. Alberto Achar
Si elegimos este género fundamental, teníamos que 18 ANDAR A CABALLO ENTRE EL CUENTO Y LA NOVELA .

hablar de una novelista fundacional: Joyce Carol Oa— Alejandrº Magallanes

tes, heredera de William Faulkner, Carson McCullers Carlos Torres Tinajero Edgar Krauss

y Flannery O'Connor, que en junio cumplirá 85 años. Herles Velasco

Además, incluimos un par de códigos QR en los que 20 UN RETABLO SOBRE LA NOVELA

dos autoras increíbles, Marguerite Yourcenar y Elena Cºnsejº editºrial

Garro, dialogan sobre sus novelas, que no dejan de José Luís Trueba

maravillarnos.

No nos queda sino desear que las novelas nos sigan

escribiendo el camino para encontrarnos.+ Enp…,_,…

Jºyce Carol Oates

Yara Vidal
Directora general
Revista Lee+ de Librerías Gandhi

Ilustración:
Rodrigo Rojas
Edición:
Edwin Maya

“ /mascultura º ©revistaLeemas .©revistaleemas 83"…

…..a-..¡-…

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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Distribución: Librerias Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal NO.7, COI. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldia Álvaro Obregón CDMX. Número de

Reserva al Título ante el instituto Nacional del Derecho de Autor: 047200970518200925007102. Certificado de Licitud de Titulo No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No.12078 expedidos en la Comisión Calificadora

de Publicaciones y Revistas ilustradas dela Secretaria de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMlTE. Preprensa e impresión: Nova gráficos en Isabel La Católica 290, Obrera, Cuauhtémoc, 06800 Ciudad de México, CDMX. Titulo

incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos dela Secretaria de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier rnedio O procedimiento, del contenido de la presente obra,

sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las
MOCTEZUMK sanciones correspondientes. .El contenido delos articulos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan delos mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece
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=: Libreria Mauricio - Coacalco - Rosario - Aguascalientes - Morelia - Gandhi en Palacio de Hierro
Achar - Del Valle - Santa Fe - Cancún - Playa del Carmen Centrº "_Cºyºaºá" ' Dura"ºº'
. Antenas ' _ . Cuemvaa . Puebla Guadalajam - Interlomas - Monterrey'
A bol ed ' Lomas ' Satelite _ ' , Pcrísur - Polanco - Puebla-Santa Fc-
. l' as - Madero . Tepeyac ' Culiacan ' Quem… Satélite - Querétaro
' Bellas Artes - Guadalajara - San Luis Potosí _
- Metepec . Toluca _ _ - Gandhi en Walmart Supercenters
' Coapa P | - Hermosillo - ¡juana
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YOHANA
GARCIA

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EL CIELO DE
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¡Para estimular las neuronas!

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TU ALMA (Jl MI L VX

Novqu Ediciones

En la taxonomía actual de los que leen, las lectoras ocupan un
lugar preponderante. Es posible sorprenderlas en muy diversas
posturas corporales y bajo cualquier condición climatológica o
anímica, dedicadas a su capricho. Ellas, de distintas edades, ocu-
paciones, preferencias, origenes, tallas y religiones, aparentan
conducirse con normalidad hasta que un impulso incontrolable
las lleva a meter la mano en el librero o en el bolso para dar con

Leer y otras guias

con él, honorariamente, para siem—
pre, en la desmesura de su travesía.
La desesperada inquietud de leer nos
ha convertido en entes sospechosos.
Adictos que sufren constantemente el
síndrome de abstinencia. Caníbales.

el fetiche en turno.

Entonces, lo aprehenden con vehemencia y se dispo—
nen a gozar, reflexionar o sufrir, según el contenido
del texto. Leer anuncios en la calle, notas, menús,
oficios, recetas médicas, contratos, informes, etcé—
tera, representa un acto de sobrevivencia. Leer un
libro por “puritito gusto” es un acto de libertinaje.
Sobre todo si se es mujer. Y es que tradicionalmente
la palabra ha sido un asunto de hombres.

Ya en la Antigiíedad grecolatina se ponía de ma—
nifiesto el imperativo de negarles a las mujeres el
acceso a su propia voz y, por supuesto, a la palabra
pública y a la lectura. Durante muchos siglos se ejer—
ció una vigilancia estrecha dirigida a que las damas
leyeran lo menos posible y solamente textos aproba—
dos por la suspicacia masculina.

La liberación de dicho yugo surge gracias al de—
seo: una especie de tirón que se corresponde con el
entusiasmo. Lo contrario de no padecer curiosidad.
Los deseos son así, están hechos de lo que falta. Su
materia prima es la insuficiencia, la insatisfacción,
eso que nos inquieta y nos vuelve delirantes de tanto
no tenerlo todavía. Los hombres se apoderan de terri—
torios y gobiernan los pueblos a través de la voluntad.
Las mujeres se emancipan a partir del deseo.

La novela, identificada como una forma literaria
con una identidad realmente propia, más osada y pro—
vocadora, surge en los albores del siglo XVIII y crea un
nuevo público que se multiplicará a lo largo del tiem—
po. La invención de dicho género descubre un po—
tencial económico y sentimental inagotable; también
eleva el derecho al disfrute y a la reflexión a niveles
nunca antes vistos. Los elementos claves fueron su
accesibilidad, el atractivo de la caracterología, la des—
cripción de los espacios y de las pasiones, así como
la creación de imaginarios.

Por unanimidad, la primera novela de esta nue-
va especie fue Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
(1719). Utilizando la crónica fantástica como eje, el
autor logra atrapar la atención de los lectores, en me-
dio de caníbales e intensivas aventuras. A partir de
entonces, el formato de la novela alcanza un grado
comestible: se crea con la expectativa de ser consu—
mida, engullida en el menor tiempo posible por el
mayor número de individuos. Y todo con la finalidad
de desatar de nuevo el apetito voraz por más y más
relatos. Este es el inicio de la gula literaria. La en—
fermedad que se convierte al mismo tiempo en su
propia medicina. El pecado capital preferido de los
adictos a las historias. Será imposible escapar ya de
la isla a la que llega Robinson Crusoe. Naufragamos

El deseo no permanece en la mente,
ha invadido el cuerpo entero. Se ha convertido en un problema
visceral. Dicha glotonería invade Europa en el siglo XVIII,
Las mujeres, inevitablemente, terminan sufriendo del
contagio y asumen un papel protagónico. En el pró—
logo de Julia 0 la nueva Eloísa (1761), un best seller
de aquel momento, ]ean—Iaques Rousseau senten—
cia: “Iamás una virgen ha leído novelas”. Resulta
suficiente con tomar una novela entre las manos
para convertirse en una mujer disoluta. Los li—
bros parecen poseer demoniacamente a quienes
se acercan a ellos, y más si se trata de espíritus
susceptibles y endebles, como los femeninos.

Antes de la Ilustración, las lectoras eran anó—
nimas. A partir del siglo XVIII, se habla de ellas y
pasan a formar parte de un colectivo. Se les teme.
Han deformado la lectura; la han vuelto defectuo-
sa, enfermiza, sensíb1era, irracional. El libro les ha
mostrado a las mujeres que la vida también existe
afuera, en espacios imaginarios, más allá del corset y la
mojigatería. La ficción se vuelve iniciática y proclama
el placer. Una persona con un libro en la mano repre—
senta la viva imagen de la libertad individual…

Las mujeres tienen la manera de ser del tacto, es
decir, de la cercanía. Su relación con el mundo se da
a través de la continuidad entre ellas y los objetos.
Así, las lectoras se vinculan novedosamente con la
realidad a partir de los libros y la lectura. ¿Esto les
asusta a los hombres? La ciencia médica del si—
glo XIX, por ejemplo, estaba convencida de
que las bicicletas, las máquinas de coser —
especialmente las de doble pedal— y los
libros constituían instrumentos perjudi—
ciales para la salud femenina y, de paso, fo—
mentaban la inmoralidad a través del apetito
sexual. La velocidad ejercida en los pedales que
accionan la rueda de las máquinas de coser pro—
voca una vibración masturbatoria similar a la
percibida entre las piernas al permanecer sobre
el asiento de la bicicleta cuando ésta acelera. El
efecto de las palabras parece producir la misma
acción. Condiciones que, por supuesto, según la sensi—
bilidad masculina, afectaban exclusivamente a la mujer.

Así, pues, la novela forma parte del triunfo desme—
surado del asombro de las mujeres ante el mundo y
de la democratización de la lectura. La gula y la lu— '
juria elevadas a la máxima potencia en la sintaxis, al
mismo nivel excitatorio y escandaloso del traqueteo
de artilugios diabólicos como la máquina de coser y
la bicicleta.+

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FESTIVAL

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2023

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No!
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INAUGURACIÓN

Conferencia magistral | España

El mal tiene un olor inconfundible
Laura López-Mascaraque

Sábado 13 I 12 pm

Sala Miguel Covarrubias
Centro Cultural Universitario

Entrada libre | Cupo limitado

Conferencia magistral | Estados Unidos

Paz interior y coherencia cerebral
Frederick Travis

Domingo 14 | 12 pm

Pabellón Nacional de la Biodiversidad
Entrada libre | Cupo limitado

Teatro | México

La negociación

Un proyecto de Flavio González Mello
Compañía Erizo Teatro

Jueves 18, viernes 19, sábado 20 | 7 pm
Domingo 21 | 6 pm

Teatro Juan Ruiz de Alarcón
Centro Cultural Universitario

$150* | Jueves Puma $30 | Hasta el 1 de julio

Conferencia virtual | Estados Unidos

IA inclusiva: Investigación independiente
y comunitaria

Timnit Gebru

Viernes 19 l 1 pm

culturaunam.mxlelalephl
Conferencia en inglés con traducción simultánea

Danza contemporánea | México
Mícelio

Compañía MdMar

Myrna de la Garza, dirección

Viernes 19 l 8 pm y sábado 20 I 7 pm

Sala Miguel Covarrubias
Centro Cultural Universitario

$80*

Programación y precios sujetos a cambios
*50% de descuento a la comunidad estudiantil
y docente UNAM, INAPAM y personas jubiladas
ISSSTE e IMSS con credencial vigente.

n San Miguel de Allende, a mediados de fe—

brero de 2016, el sol quemaba las pupilas en

los espacios a cielo abierto. Al mismo tiempo, era

un mediodía frio. Parece una contradicción, pero
quien haya estado ahí sabrá que no miento.

En los cuidados jardines del hotel sede del Festi—
val de Escritores de esa pequeña ciudad de Guana—
juato, que atrae al turismo nacional e internacional, y
adonde estadounidenses, canadienses y europeos se
mudan una vez que se han jubilado, una figura toda

vestida de negro —falda larga, saco, sombrero y gafas

oscuras— caminaba como si flotara unos centímetros

por encima del pasto. Joyce Carol Oates, la escritora na—

cida en 1938 en Lockport, Nueva York, era la cereza en
el pastel de ese encuentro. Todo el mundo quería una
entrevista con ella, y yo ya la tenía apalabrada... y me
moría de los nervios, por supuesto.

En ese entonces, yo había leído solamente La hija del
sepulturero (Punto de Lectura, 2012), una novela de casi
setecientas páginas inspirada en la historia de la abuela de

Oates: una familia sale huyendo de la inminente guerra en

Alemania y llega a un pequeño pueblo de Nueva York —no

es casualidad, muchas de las historias de Joyce Carol Oates

están situadas en su estado de nacimiento, tal como Stephen
King ubica las suyas en Maine—, en el que el padre, a pesar
de ser un profesor titulado, sólo encuentra empleo como cui—
dador de un cementerio, y termina volándole los sesos a su
esposa y suicidándose.

La presencia de Oates me impuso. Alta, de piel muy blanca,
con los labios pintados de un rojo seco que contrastaba con su

tez; circunspecta, muy seria. Pero, ni modo, ya estaba ahí, con

el compromiso de entrevistarla, así que me senté a un lado de
ella y la saludé. Inmediatamente me respondió con una sonri—
sa leve, apenas insinuada, pero con amabilidad. Me interesaba,
primero, conocer su proceso de escritura, porque una no puede
dejar de sorprenderse con lo prolífica que es —tiene más de cin—
cuenta novelas, cerca de cuatrocientos relatos breves, más de una
docena de libros de no ficción, ocho poemarios y hasta obras de
teatro; además, colabora con artículos, reseñas y críticas literarias
en The New York Review of Books y ocasionalmente en The New

Yorker—. En la fecha en que hicimos la entrevista, Joyce Carol Oa—

tes tenía 78 años y ninguna intención de parar. Hoy, a sus casi 85,

sigue publicando por lo menos un libro al año. Creo que su vitalidad
tiene mucho que ver con su método de trabajo, que en esa entrevista
describió así:

Mi escritura comienza con el pensamiento. Así que pienso en un
proyecto y medito. Me gusta correr y caminar, y después de caminar
varias millas trabajo en alguna novela que tenga en proceso.

.,

El recuerdo de una conversac¡on

y otros apuntes sobre

Cada vez más relajada y confiada, Oates me dijo que a veces no
termina ni un capítulo, pero si le sirve de mucho el ejercicio de ca—
minar. Lo que más importa a la autora de Blonde (Alfaguara, 2012),
una biografía ficcionada de Marilyn Monroe publicada en inglés
en 1999, en este proceso —parecido al de Henry David Thoreau,
quien recogió sus reflexiones sobre caminar como un acto político
en su ensayo del mismo nombre, publicado en 1861— es estar sola:

Es importante que no hables con nadie, porque tan pronto como
empiezas a hablar con otra persona tu imaginación se dispersa.

Otra cualidad de Joyce Carol Oates, indispensable para cualquiera
que pretenda ser escritor, es la forma en que crea a sus personajes.
De su abundante obra, no sólo Blonde está basada en una persona de
carne y hueso; también Hermana mía, mi amor (Alfaguara, 2008)
se inspira en la trágica historia de JonBenét Ramsey, una pequeña de
seis años cuya madre la obligaba a participar en concursos de be—
lleza para niñas, y que fue asesinada en 1996. En la novela, Oates
elige la voz narrativa del hermano, Skyler —que en la vida real
se llamaba Burke y fue uno de los sospechosos del asesinato, junto
con sus padres—, para contar casi toda la historia de la pequeña, que
en esta ficción se llama Bliss y es una reina del patinaje sobre hielo.

Resulta natural que el segundo aspecto que yo quisiera conocer
acerca de esta impresionante escritora fuera su trabajo de creación
de personajes. “Creo personajes al encontrar una voz que exprese
cierta situación”, me respondió. Para explicarse mejor, puso como
ejemplo a Skyler:

Else percibe como el hijo de una tragedia de tabloide y se ve a si
mismo como un personaje de la imaginación de otras personas.
Así que él representa una voz más callada, muy consciente de si
misma y con mucho sentido del humor, un sentido del humor
muy negro. Más o menos escuché su voz en mi imaginación.

La construcción de atmósferas es otra cualidad de la escritura
de Oates. Así como William Faulkner describió el sureste profun—
do, conservador y racista a través del condado ficticio de Yokna—
patawpha, Mississippi, Joyce Carol Oates sitúa la mayoría de sus
historias en el estado de Nueva York, pero lejos de la vibrante urbe
de Manhattan, en ciudades pequeñas en medio de bosques espe—
sos, donde oscurece muy temprano en invierno y los criminales se
esconden en los lugares más insospechados. La autora de Carthage
(Alfaguara, 2014) reflexionó esa mañana helada de sol punzante:

La atmósfera también se crea a través de la meditación y escribo
como si estuviera recordando, con este tipo de emoción que es
la nostalgia

Joyce Carol Oates es heredera de una tra-
dición literaria que se remonta a William
Faulkner y sus escenarios de un sur mítico,
aunque árido y hostil, pero también abreva
del american domestic style de Carson Mc—
Cullers, Eudora Welty y Flannery O'Connor.

En las novelas de Joyce Carol Oates, el
lector encontrará una suerte de nuevo
gótico estadounidense, en ocasiones
rural y en otras urbano; novelas de
suspense psicológico en las que la familia
representa una célula cancerígena de
una sociedad de por si enferma.

En Persecución (Gatopardo Ediciones, 2020), por ejemplo, la
atmósfera de las pesadillas de Abby, la protagonista, resulta de ese
tipo de ambientes opresivos que también Stephen King recrea a
la perfección: un bosque cerrado y un sendero de maleza crecida,
en el cual se avizoran dos esqueletos humanos. A este escenario
regresa inevitablemente la joven recién casada, cuyo pasado es un
completo misterio aun para su marido.

Hay que recordar que Oates rinde homenaje a King en Rey de
Picas (Alfaguara, 2016), cuando a Andrew J. Rush, protagonista
de la novela —también un escritor de terror—, lo empiezan a lla—
mar en los medios “el Stephen King de los caballeros”. Pero no es
la única referencia al autor de Carrie: a lo largo de las 229 páginas
—muy pocas, para las que acostumbra Joyce Carol Oates—, Rush se
seguirá comparando una y otra vez con King.

A lo largo y ancho de seis décadas de escribir ficción —su pri—
mer libro de relatos, By The North Gate, se publicó en 1963—, la
familia, esa célula muchas veces cancerígena de la sociedad, ha
constituido una de las obsesiones de Joyce Carol Oates. Su novela
más reciente traducida al español, Babysitter (Alfaguara, 2022),
no es la excepción: a partir de que se encuentra con el misterioso
Señor R y lo toma como amante, la vida de Hannah Jarret y la de
su familia se precipitan al abismo, al mismo tiempo que los medios
no dejan de mencionar a un asesino serial de niños, al que han
apodado Babysitter.

Una gran ventaja de haber vivido todos estos años consiste en que
Oates logra situar sus obras a la perfección en distintas épocas, las
cuales no representan simples escenarios, sino que influyen —inclu—
so determinan— la atmósfera de sus historias y la forma en que se
comportan sus personajes.

La hija del sepulturero comienza a mediados de la década de los
treinta, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba muy cerca de
oscurecer el horizonte, y termina en 1999. Qué fue de los Mulvaney
(Lumen, 2020) —también la historia de una familia conflictiva y
que oculta secretos infames— se sitúa desde 1976 hasta 1993. En
Breathe (Ecco / HarperCollins Publishers, 2021), aunque la autora
no especifica una fecha concreta, sabemos que se trata de la época
actual por los tratamientos médicos a los que accede Gerard —el
esposo de la protagonista, Micaela—, que está internado, muy gra—
ve, en un hospital de Nuevo México: una historia inspirada en la
muerte de su propio marido, Raymond Smith, sobre quien ya ha—
bía escrito un espléndido libro testimonial, Memorias de una viuda
(Alfaguara, 2008).

Mi entrevista con Joyce Carol Oates terminó ese mediodía he—
lado y soleado de febrero de 2016. Pero agradezco que mi diálogo
con ella haya encontrado la posibilidad de continuar a través de
sus obras.

El próximo 16 de junio, cuando celebremos sus 85 años, recor—
daré con emoción que un día la vi de frente, la tuve muy cerca y
que, cuando le pregunté qué opinaba de que la colocaban entre las
favoritas para ganar el Nobel de Literatura, me contestó riendo:
“Bueno, eso yo no lo he escuchado”.+

10

entro del universo literario,

la novela es, hoy por hoy, el

género favorito entre los lec-

tores. Las posibilidades esté-

ticas y de exploración de los

rasgos que nos hacen humanos

encuentran en la narración de

mediano y largo alientos el

mejor espacio para explayar-

se, para magnificar las luces y

ahondar en las sombras de prácticamente cualquier aspecto

relativo a nuestra ambivalente naturaleza. Este potencial casi

infinito de indagación de lo humano ha convertido a la novela

en un artefacto interdisciplinario que se nutre de la psicolo—

gia, la sociología, la historia o la filosofía, pero también los pe-

sos de los espacios, los olores, los sabores y las emociones de

sus protagonistas influyen en el desarrollo de las historias. En

ese sentido, la novela representa quizá el género que mejor se

adapta a la experimentación, pues tiene la posibilidad de cons-

truirse a partir de los elementos más profundos en conjunto con

los más banales. Existen esquemas y reglas, por supuesto, formas

reconocibles y estructuras que se han replicado por décadas; sin

embargo, ya que la voz del novelista se genera en un lugar y tiempo

determinados, los armazones casi siempre comunes sobre los que se

construyen los relatos se terminan por diluir en una variedad inago-

table de sutilezas. La historia de la novela es como los capítulos de

una narración, pero el viaje de este personaje nunca llega a puerto,
no se agota y se va bifurcando en infinitos finales abiertos.

Así como la concebimos hoy, la novela resulta un constructo
suficientemente entendido desde el Medioevo; hereda, sin duda,
ciertas intenciones de formas anteriores: la poesía épica, el cuento
y la tradición oral podrían ser los génesis más reconocibles de su

largo linaje. Autores como Heliodoro (siglo III) compusieron largas
historias de aventuras llenas de peripecias e intriga amorosa. Antes
estuvo Homero (siglo vu a. de C.), con sus eternas Ilíada y Odi-
sea, y mucho antes alguien compuso algo que se conocería como La
epopeya de Gilgamesh (2000 a. de C.), que cuenta las aventuras de
héroes, villanos y dioses. Otros ejemplos de lo que podríamos llamar
hoy novela se encuentran en las literaturas griega y romana de la An—
tigiiedad; estas obras, como Las metamorfosis, de Ovidio (43 d. C.),
0 Vida de Apolonio de Tiana, de Filóstrato (170 d. C.), presentan una
estructura narrativa compleja y un enfoque claro en la construcción
de personajes. Sin embargo, cumplían funciones más bien históri-
cas o mitológicas, antes que estéticas.
Durante la Edad Media, los relatos novelares se transmitieron
principalmente a través de la oralidad, contados por narradores
itinerantes. Estas historias abarcaron temas como la caballería,
aventuras fantásticas y leyendas religiosas. A medida que las
ciudades crecieron, hubo una demanda creciente de histo-
rias para el entretenimiento. Los primeros ejem-
plos de novelas medievales fueron
las canciones de gesta, como

el Cantar de Roldán (siglo xr), atribuido a un monje francés de
nombre Turoldo, o el Cantar del Mío Cid, en España (siglo xn),
que contaban las hazañas heroicas de personajes míticos, legen-
darios y que se entonaban en las plazas y los caminos. Apare-
cieron después las primeras novelas medievales escritas, como
las de María de Francia olas de Chrétien de Troyes (ambos del
siglo XII), este último considerado por muchos como el padre
de la novela en Occidente. Sus historias se centraban en temas
como el amor cortés, las aventuras fantásticas y, de nuevo, los
ideales de caballería.

Hacia el final de la Edad Media y con el comienzo del Re-
nacimiento, las novelas se volvieron más realistas y seculares,
pues se centraron en la exploración de los sentimientos y las
complejidades de la vida cotidiana. Una de las obras más influ-
yentes de esta época fue el Decamerón, de Giovanni Boccaccio,
que presenta una serie de cuentos cortos que exploran temas
como el amor, la muerte y la religión. El trabajo de Boccaccio re-
presentó un alejamiento del tono grandilocuente de las novelas
de caballería, acercándose más a algo que podríamos llamar hoy
realismo psicológico. Autores como Boccaccio o Petrarca (siglo
XIV) trabajaron temas considerados más bien mundanos, como
las pasiones, la socialización y las relaciones interpersonales.

Ya para el siglo xvn llegó la novela picaresca española, que
se centraba en la descripción de la vida de los marginados y
los pobres. La novela también se expandió geográficamente
durante este periodo y los novelistas españoles impulsaron la
popularizaron del género; obras como La vida de Lazarillo de
Tormes, del famoso anónimo, 0 El Buscón, del no menos famo-
so Francisco de Quevedo, mostraban personajes imperfectos y
moralmente ambiguos, lo que supuso un gran cambio respecto
a la tradición de los héroes perfectos y virtuosos. El Quijote,
de Cervantes, se produce en este contexto. Los antihéroes mo-
dernos de libros, películas o series ya encantaban a los lectores
hace más de cuatrocientos años.

La novela experimentó un gran auge gracias al movimiento
cultural de la Ilustración, en el siglo XVIII. Las obras de autores
como Daniel Defoe, Ionathan Swift y Samuel Richardson abor-
daban temas complejos, como la razón, la moralidad y la iden-
tidad individual. También en esta época surgieron las novelas
epistolares, que se escribían en forma de cartas entre persona-
jes y permitían una introspección más profunda en los pensa-
mientos y sentimientos de éstos. La experimentación con las
formas ya no iba a detenerse.

En el siglo XIX, la novela se diversificó en varios géneros:
por un lado, la novela gótica; por otro, la novela victoriana, y
al ladito, el realismo. Autores como Dickens, Thackeray, Eliot,
Stendhal y Balzac escribieron largas y detalladas narraciones
que explotaban la sociedad de su época. Novelistas franceses,
como Flaubert, perfeccionaron el realismo psicológico. Las no-
velas rusas de Tolstói y Dostoievski explotaron temas filosófi-
cos como la fe, la razón y la existencia humana. Por un lado, la
novela se densificó, y por otro, al lector se le empezó a exigir

más, como en pocos momentos de la historia. En este periodo
surgió el género de la novela de aventuras, de corte más ligero,
popularizado por Verne y Salgari.

La novela se transformó radicalmente una vez más en el
siglo xx. El modernismo, el existencialismo y las corrientes
posmodernas cuestionaron las convenciones del género y la
naturaleza de la verdad y de la realidad. Las novelas de esta
época mostraron un profundo interés en la psicología huma-
na. Ejemplos notables incluyen el Ulises, de Iames Joyce, o
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust: obras espesas,
metafóricas y laberinticas, en las que el tiempo y las voces
internas llevan el ritmo de lo narrado; pero también están La
náusea, de Sartre, o El extranjero, de Camus, con las cuales
se cuestiona lo absurdo de la existencia. La novela posmoder—
na, por otro lado, se centró en la fragmentación y la descons—
trucción de la realidad. Ejemplos notables incluyen a Borges
0 a Kafka, con sus mundos fantásticos dentro de una realidad
extrañamente verosímil y, por supuesto, se trata del siglo del
boom latinoamericano y su realismo mágico.

En el siglo XXI, los autores contemporáneos han adopta—
do una variedad de enfoques y estilos. La tendencia no va en
una sola línea; el rumbo es la diversidad. La novela ha cons—
tituido un medio importante para la experimentación formal

La tecnología también ha tenido
un impacto significativo en la novela
actual. La popularidad de los disposi—
tivos electrónicos de lectura, como el
Kindle y el iPad, acrecentó la publica—
ción de libros electrónicos, que permite a
los lectores acceder a una amplia variedad
de obras de todo el mundo. Además, las redes
sociales y las tecnologías de la comunicación han
permitido a los autores interactuar directamente con
sus lectores y promocionar sus obras a través de canales
alternativos. Estas situaciones influyen y modifican también
la manera en la que los novelistas de este siglo piensan sus
obras y, si bien aún es temprano para determinar las tenden—
cias dominantes enla novela del futuro, resulta evidente que
este género literario seguirá evolucionando para adaptarse a
los cambios en el mundo y para explorar los aspectos más
profundos y complejos de la condición humana.+

Historia incompleta
dela novela

en temas como la diversidad sexual, la raza, la migración, la
identidad de género y las discapacidades, y ha permitido a
los lectores conocer y comprender mejor las experiencias de
aquellos que son diferentes a ellos. Muchos autores han ido
más allá de las convenciones narrativas tradicionales para
crear obras que desafían las expectativas del lector y explo—
ran nuevas formas de contar historias. Esto se ha traducido en
novelas que utilizan técnicas como la estructura no lineal, el
uso de múltiples narradores y la mezcla de géneros literarios.
La novela del siglo XXI se ha moldeado por los cambios en la
sociedad y la cultura. Las preocupaciones sociales y políti-
cas, como el cambio climático, la desigualdad económica y
la violencia se reflejan en las obras de muchos autores con—
temporáneos: Chimamanda Ngozi Adichie, Mieko Kawakami
o Antonio Ortuño.

La historia de la novela es como los
capítulos de una narración, pero el
viaje de este personaje nunca llega a
puerto, no se agota y se va bifurcando
en infinitos finales abiertos.

—— 11

Cada novela
esla historia
dela novela

a novela tiene —entre los géneros actuales de la literatura—

Ia posición de privilegio en librerías, publicaciones cultura-

les, etcétera. La ha ocupado durante mucho tiempo, yla ha

conservado incluso ante el ascenso de los medios audio-

visuales, dentro y fuera de internet, los más importantes
para las culturas de la actualidad. También ha logrado mantener su
posición ante la aparición de nuevas prácticas de escritura y la per-
sistencia de géneros más antiguos, como el cuento.

Pero la novela no ha existido siempre. No en la historia del universo,
evidentemente, pero tampoco en la historia humana ni en la historia de
lo que llamamos la cultura occidental. Más aún, la novela tiene un origen
relativamente reciente. La historia de ese origen resulta interesante por
varias razones, y una de ellas es que siempre está cerca de quienes se
animan a escribir una novela.

*

La palabra novela proviene del italiano novella, que a su vez se deriva del ad—
jetivo latino novas. Según los diccionarios, el vocablo novella puede tener la
acepción de noticia 0 novedad (como cuando se habla de “nuevas” en el cas—
tellano), pero también otra, más extraña: la de cuento. En su origen, la palabra
que hoy escribimos como novela quería decir exactamente lo contrario de lo que
significa hoy.

Para entender esto, hay que considerar que, hace mucho tiempo, las novelle (en
plural) representaban también un género literario muy diferente. Antes de la invención
de la imprenta, durante el período que hoy llamamos Edad Media, novelle eran noticias y
otras narraciones que circulaban por escrito: se asentaban a mano y luego se transportaban
de un lugar a otro, para ser leídas en voz alta a públicos, por lo general, totalmente iletrados.
En el siglo XX, las últimas descendientes de esas novelle eran las llamadas hojas volantes, de las que
vagamente provienen los flyers, propos y demás anuncios en formato JPG de la internet actual. En su tiempo
de esplendor, en el siglo XI 0 XII, las novelle constituían un medio de comunicación de los más eficaces en existencia,
porque servían para comunicar numerosos temas de forma concisa y rápida para su época. Y, aunque muchas
novelle podían referirse a acontecimientos reales y urgentes (una guerra, digamos, o un brote de peste), también
podían contener ficciones, es decir, cuentos como los entendernos hasta la actualidad: narraciones de corta extensión
acerca de sucesos inventados, con pocos personajes y un solo asunto o tema central.

Con el tiempo, a la vez que seguían siendo transcritas, las novelle de ficción empezaron a recopilarse en libros.
Libros escritos y encuadernados a mano, naturalmente, que se guardaron en las bibliotecas de monasterios y palacios.
Una colección del siglo XIII, reunida por un autor anónimo, se hizo famosa con el título de Il Novellino (y también
como Cento novelle antiche: cien novelas antiguas), y fue inspiración de algunos de los primeros libros de
cuentos importantes de la tradición europea, como el Decamerón (1349), de Giovanni Boccaccio. Como había
novelle en otros países europeos, además de Italia, y como las ficciones de distintos temas proliferaron, acabó
habiendo numerosos libros de novelle por toda Europa. Algunas de las “antologías de novelas” más famosas son,
además de Il Novellíno, los libros de caballerías, que Cervantes menciona en el Quijote: series de historias fan—
tásticas acerca de caballeros andantes, que para el siglo XV ya se transcribían completas de libro a libro, incluso
con modificaciones, agregados y continuaciones.

12

Le Morte d'Arthur: la muerte de

Este cambio abrió el camino a la novela como la conoce—
dición del rey Arturo y sus caballeros —inglesa en su origen y

modificadas a través de una técnica que se llamó entrelace— .

ment (entrelazado o entrelazamiento). Esta técnica consiste guerras y peugrºs¡
-. en tomar dos o más historias breves separadas y trans—
cribirlas agregando referencias entre unas y otras.
De este modo, se da la impresión de que narraciones muy distintas (incluso de siglos diferentes y autores
muy separados entre si geográficamente) comparten un mismo escenario y una misma época. Una versión
contemporánea del entrelacement está en las escenas poscréditos de las películas de Marvel, en las que

las, para recordar a los espectadores que todos pertenecen a un mismo universo cinematográfico.
El entrelacement alcanzó un punto culminante alrededor de 1470, el año en que, más proba—
blemente, un noble inglés venido a menos, sir Thomas Malory, completó su propia versión de las
historias (casi todas novelle) del rey Arturo, que tituló Le Morte d'Arthur: la muerte de Artu-
ro. La obra pretende contar, como otros libros de caballerías, diferentes narraciones de ha-
zañas, guerras y peligros, pero además declara desde el comienzo su intención de que todo
lo que relate forme parte de una sola historia: el ascenso y la caída del rey Arturo como
ejemplo insuperable de virtud. Los relatos en los que Malory se basó abarcan mil años de
tradiciones en las islas británicas y varias naciones europeas; su libro las condensa todas en
un tiempo y un lugar míticos, y es esencialmente una novela en el sentido moderno: una
narración extensa dividida en secciones (que hoy llamaríamos capítulos), en la que puede
haber muchos personajes e historias diferentes, pero todo da una impresión de totalidad.
En 1485, unos quince años después de la muerte de Malory, William Caxton —uno de

los pioneros del uso de la imprenta en Europa, siguiendo el ejemplo de Johannes Guten—
berg— imprimió un tiraje de La muerte de Arturo, que se convirtió de inmediato en uno
de los primeros bestsellers de la historia. Este sigue siendo, hasta hoy, el texto clásico más
conocido de la tradición artúrica y la fuente más común de todas las versiones posteriores
del mito. La difusión acelerada y masiva por medio de la imprenta es el último elemento
que hacía falta para que empezara el tiempo de la novela: un tipo de prosa literaria que se
puede leer a solas y en silencio, en vez de escuchar en público, y en el que quien lee pue—
de dejarse llevar, durante largos periodos, por la ilusión de un mundo amplio y complejo.

ames Archer, 1860

*

La tradición de las novelle no regresará, y nadie puede llegar a ser Thomas Malory otra vez. Ni
siquiera el famoso Pierre Menard, aquel personaje fantástico de Iorge Luis Borges, podría volver
a escribir La muerte de Arturo en el siglo XXI y convencernos de que está creando, de nuevo, la
forma de la novela, basándose en tradiciones y accidentes de varios siglos anteriores a su propio tiem—
po. Sin embargo, como dije al comienzo, cualquier persona que intenta ser novelista (o que lo consigue)

está reproduciendo en su trabajo la historia completa de la novela.

¿Qué sucede cuando decidimos trabajar en el proyecto de una nueva historia larga? Usualmente, pensamos
en una primera idea, un personaje, una serie inicial de acontecimientos. Se trata de una narración que podría
tener una extensión breve, pero a la que vamos agregado otros elementos para prolongarla: para enriquecer el
mundo en el que se desarrolla, para volverlo más amplio y profundo. ¿Cómo se agregan estos elementos? Entrelazándolos
con los que ya hemos establecido. Ludovico Ariosto —autor de Orlando furioso (1516), gran poema épico con influencia
de las novelas de caballería— decia que un cuento era como un trozo de tela, que se podía unir a otros con un par de hilos
sueltos para ir creando un gran tapiz. ¿No es esto lo que se hace para preservar la consistencia y la unidad entre las dife—
rentes partes de la historia de una novela? Incluso si no partimos de historias separadas, como se hacia en el pasado,
nos aseguramos de no contradecirnos en lo esencial: de lograr al menos cierta consistencia, que contribuya a que no se
rompa la ilusión del entorno continuo y constante que la novela ofrece.

No hay nada mágico o sobrenatural en este proceso. Como muchas otras imágenes relacionadas con la escritura literaria,
decir que reproducimos o recapitulamos la historia entera de la novela resume, de forma llamativa y simplificada, un traba—
jo que en ocasiones puede resultar difícil, complejo o simplemente aburrido. No es literalmente cierto, como tampoco es
cierto que “escribimos con las vísceras" o que “los personajes nos dictan lo que quieren hacer”.

Pero ¿no es una imagen hermosa? Aun si no lo sabe, si no ha leído nunca La muerte de Arturo 0 Il Novellino, cada persona
que escribe una novela debe reinventar o redescubrir el mismo camino (que tardó siglos en aparecer) y luego recorrerlo.
No importa si la novela resultante es larguísima o si tira a novela corta, si es buena o mala, si es convencional o experimen—
tal. Ni siquiera importa si llegamos a concluir la novela o no. Estamos explorando recuerdos compartidos, un depósito de
conocimiento que abarca tiempos y espacios enormes. A su propia manera, cada novela es la historia de la novela.+

Arturo. La obra pretende contar,
mos. Algunas variedades de novelle, en especial las de la tra— cºmo ºtros librºs de caballeríasi

adoptada por Francia después del siglo XI— empezaron a ser dife re ntes “ a rra c ¡ o n es d e ha za ñas¡

13

¡Feliz atrevimiento!
Iuntar palabras que son nombres o cosas, sus atri—
butos o su esencia e ir narrando la hermosa aventura, la vida
misma, el horror de madrugada o la andanza de unos labios. Imagino el
solitario silencio en que alguien se libera de la métrica de sus propios versos y
rebasa sin amarre alguno los contados diálogos de una comedia para narrar libremente
un mundo entero, mejor o peor que éste… pero otro. Decía el poeta Pessoa que vivir es ser otro,
pero ese impulso que lo llevó a multiplicar y desdoblarse en versos y relatos cortos no alcanzó para
que navegase la novela, incluso antes de que se extendiera por la imprenta; fue quizá en una mazmorra de
la cárcel de Sevilla donde, entre sombras, un tal Cervantes murmuró en voz alta su propósito de hilar toda la
vida de un hombre que, habiendo perdido la razón por lector, decide salir al mundo para enderezarlo. Y quizá en
esa misma celda conversa con Cervantes un tal Mateo Alemán, que habría de signar la novela de un Guzmán, cuyas
andanzas y delirios parecen cuadricularse con las de Alonso Quijano, llamado el Bueno.
Novela, entonces, es la nao donde caben todos los cuentos e incluso los poemas con y sin sus rimas; los ensayos que son
pensamiento andante se vuelven —dentro de la novela— en otras disquisiciones y demás inquisiciones; así como caben las
crónicas y sus entrevistas, los aforismos y sus greguerias... todos los géneros en el embudo o duya de alta repostería envuelta en
novela; mas no al revés o contrario, pues no cabe en un soneto la navegación entera de la novela, que rebasa o extiende su hipnosis
inmarcesible más allá del cuento. De hecho, tengo certificado que toda novela vale por los cuentos que contiene, la lírica que enuncia
o evoca, o bien, la memoria e imaginación que ensaya en eso que llamamos ficción.
Novela que proyecta en la pantalla de la mente el paisaje que se reinventa en el momento de leerse, tal como vuelve a la Vida el Caba—
llero de la Triste Figura cada abril por saberse leído. Parece incluso que, al llegar a la vista, las letras vuelven a escribirse y, en manos de
la lectora —en papel 0 pantalla—, la novela vuela invisible e impalpable, absolutamente sonora en la callada voz interior de cada párrafo...
para volver a sonar en cada caricia de las yemas de otros dedos o en el espejo de agua salada que transpira. Novela lluvia o lágrima, hasta
formar el mar por donde se busca incesantemente la inmensa ballena blanca de la obsesión o el niño de madera que boga sobre puras men—
tiras. Novela neblina, en la que otro Caballero Andante conversa en secreto con su Sancho los misterios de un asesinato pintado en escarlata
o la lluvia que llega con llona, tan cerca del inmenso jardín novela que alguien deletreó para la eternidad.

Dice mi amigo Ioao —gigante lector— que la diferencia nodal entre las novelas del realismo ruso y del realismo mágico, brotado en
América, resulta apenas una consonante: mientras que Dostoievski apunta hacia el dolor, García Márquez desató el color; apenas una letra
para diferenciar los íntimos laberintos mentales… uno que mira hacia el abismo al mirarse a si mismo, el otro que vuela con mariposas

amarillas allí donde una Bella se suelta a volar por las nubes y un Gitano resucita cada año con el embrujo de sus imanes. Novela hilo de
sangre y páramo de silencio, en la que Rulfo hizo hablar a las tumbas entre si… Novela Manhattan, que, paso a paso, Dos Passes armó
edificio por edificio en una rapsodia que habla en voz alta entre tantos cronistas y reporteros, ensayistas y reseñistas que pasaron del
papel periódico a la caja tipográfica y, ahora, a la pantalla de mano.
Novela de mujeres y por mujeres que rompen las cadenas de lo impuesto y liberan el aroma de las sílabas, y novelas que equivo—
cadamente llaman de niños, negación de que todo lector es siempre niño al abrir la ventana de las páginas o desempañar el espe—
jo de esto que llamamos novela y que es —evidentemente— muy difícil de explicar, porque no basta con señalar sus aristas 0
medir sus tamaños; no es justo limitar sus alcances o delimitar sus vicios o virtudes; no es necesario adjetivar cada una de
sus manifestaciones ni mucho menos pontificarla o condenarla.
Intente usted el cuento que narra entre versos una historia que se desenrolla a lo largo de una extensión intensa,
una extensa intensidad… Intente, entonces, edulcorar su fisionomía con relatos que apuntalan todos los nudos
de su trama y encaminan como atardecer hacia el desenlace o punto final, en el que más de una novela exige
su inmediata relectura o la continuación interminable de su conversación entre personajes, climas de
paisajes y taquicardia de sus nudos. Verá entonces qué vano ha resultado el intento por intentar,
con estos párrafos, el retrato de lo inasible, el mapa de lo ignoto, la cara de Novela... así:
una y todas, sin título, pero privilegiada de mano en mano; proyectada en diferen—
tes tipografías e iluminada por vela 0 pantalla luminosa. Novela narrada de
memoria, tatuada en el corazón de quien la quiere transformar en
imagen fluida o quien la memoriza y recrea para volverla
intemporal e instantánea… inmortal.+

NOVELA

14

L|BKEKO DE LA

,/f

MATAR A
UM K….szñ OR

Noveu5 cue PA5AR0M
son P¿NA … GLORIA

noum5 005 me
ú05TARON ?¿R0
QUE no RECUERDO
DE Qué TRATAN

¡“NEUS DE úU$TO

NOUBLA$ me
Me ARR6P|ENTO
- DE HABERLUD0

IMT¿RFLACENCIA

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NO ¿wenºo
! PERO A5 HACEN vea
— INTELECTUAL

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NM£LA$ DE Hu ¿scanTox
fAVOR¡TO

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nouzuxs DE Mu Eá(RHOR '
FAVORHO Lx)mº DE
una LO CANCELAKAN

NW£LA$ 006 Nº GU£R¡A
L£¿R ?ERO AE ¿AMB|AROM
LA VIDA

NNBLA$ ?¿NDWNTES

18

Andar a caballo entre el cuento yla novela:
el caso dos nouvelles en la literatura universal

En la literatura del siglo XX la nouvelle o novela corta se consolidó como
un subgénero narrativo. Se trata de narraciones a caballo entre el
cuento y la novela, según Julio Cortázar. Estas muestran un solo conflicto
y un cambio sicológico, pues describen los rasgos del personaje al luchar
por sus objetivos, en un microcosmos ficcional más grande que el del
cuento, pero más acotado que el de la novela.

Si se piensa en sus generalidades, estas obras parten de una situación concreta. El objetivo, alo largo del
desarrollo, es transformar la vida y la interioridad del personaje. Ofrecen una radiografía de la mente y
de la época desde esa situación concreta, el hilo conductor de la trama. Finalmente, se da pie a la reso—
lución de las intenciones para poner en evidencia la naturaleza humana.

La construcción psicológica en la nouvelle adquiere la misma importancia que la concepción estética
de un ritmo palpitante, de acuerdo con el crítico literario lean—Pierre Blin. Todo el tiempo, la función del
ritmo consiste en seducir al lector con la concreción del lenguaje, la brevedad y la vertiginosidad narra—
tivas. Dichas características son claves importantes en la lectura de una nouvelle. En las secuencias sólo
se enfatiza el trayecto del personaje rumbo a su objetivo, sin caer en distracciones ni en ripios. Existe
la posibilidad de desplegar tramas secundarias; pero se circunscriben al propósito central, en medio de
complejidades humanas.

Hay una gama muy amplia de nouvelles notables por la transforma

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